lunes, 3 de mayo de 2010

Cosmogonía y religión

La mitología ocupa un lugar central en la vida de los huicholes. Para comprender lo que esto significa es conveniente distinguir algunas de las características que han sido señaladas en los estudios sobre el tema y que se aplican también a los huicholes.

El mito ha sido señalado como lo opuesto a la historia. Esta ultima se ocupa de los acontecimientos que se suceden a través del tiempo, reflexiona sobre el cambio. En contraste, el mito desecha precisamente todo aquello que sucede en el transcurrir del tiempo, es la expresión de lo que sucede en la eternidad, en aquella dimensión en que las cosas permanecen. Esta eternidad puede ser explicada como un tiempo sagrado que es diferente al tiempo en que transcurren nuestras vidas; mientras el tiempo profano es perecedero e irrepetible, el tiempo sagrado es circular (si es que se puede usar una metáfora geométrica), ya que lo que ocurrió en el pasado continua sucediendo ahora. Todos los eventos realmente importantes ocurren en el tiempo mítico y no en el de nuestra historia. En el mundo de los mitos (que es también el mundo de los dioses) esta concentrada toda la fuerza sagrada que impregna y que mantiene al mundo profano. Se puede decir que este mundo mítico es un aspecto de nuestro mundo y su sustrato.

Por medio de los ritos, pero no sólo por medio de estos, el huichol revive este tiempo sagrado, hace resurgir de las cosas su dimensión divina.

Como el mito es una parte fundamental de la relación que el huichol establece con el cosmos, no se le puede reducir a los pequeños relatos que aparecen en la bibliografía, o a lo que aquí presentamos como "mitos". En realidad, la transmisión de estos se efectúa en aquellas ocasiones que se establece un dialogo con los dioses, sean o no rituales. En sus sueños, el mara'akame penetra en el mundo de los dioses y establece un nexo entre lo profano y lo sagrado; en su canto revive los mitos, y los hombres observan y participan en esta vivencia. El mito es, mas que relato, experiencia. Es por esto que en el canto, una de las formas mas comunes en que aparece el mito en forma de lenguaje, puede parecer incomprensible para aquel que no este participando con su alma en la interacción con los dioses.

Los mitos son también el modelo de todas las acciones que tienen un sentido para la sociedad, explican el origen de todas las prácticas significativas, y sirven también como modelo a imitar. Es así que el huichol siembra como lo hicieron sus dioses o antepasados, caza venados como ellos, participa en las mismas ceremonias e incluso comete errores y maldades ya cometidos en los tiempos antiguos, y es castigado al igual que aquellos. Los mitos también dan cuenta de la naturaleza: como el zopilote ayudó al venado a escapar de una cacería, los dioses le clavaron una flecha en el pico, de ahí que lo tenga agujerado. El conejo tiene pequeña la cola porque cuando el Sol salió por primera vez se dio la vuelta para escapar del tremendo calor, sin embargo, no pudo evitar que se le chamuscara el rabo.

El acervo mítico de los huicholes es enorme. Además de la gran cantidad de historias que conoce cada miembro de la comunidad, existen variaciones importantes entre las distintas regiones de la sierra. Por otro lado, es común encontrar matices incluso dentro de una misma comunidad. Como ejemplo presentamos un relato mítico originario de San Andrés Cohamiata.

Como salieron algunos dioses del mar


Cuando no había Sol y no se veía nada, Kauyumari estuvo cantando toda la noche en San Blas, agarró el imarri, y sembró algunas semillitas en la tierra. Después de cinco días salieron unas orejas de venado, cinco días después nació un bule chiquito; Kauyumari lo quitó y lo corto a la mitad, entonces hizo una jicara para los kakauyares (los dioses), para llevarla a las cuevas. Como no sucedió nada, fue otra vez a cantar toda la noche para ver que le indicaban los dioses. A las seis de la mañana agarró agua de Aramara (la diosa del océano Pacifico), y en una jicarita con cinco chaquiras hizo un venado chiquito y un huichol. Como ahora si iba a servir la jicarita, la llevó a la cueva y cantó toda la noche. Al día siguiente agarró maíz de cada uno de los cinco colores: blanco azul, rojo, amarillo y moteado y lo sembró. De estos nacieron las distintas formas en que existe el maíz: grande, chica, seca, listo para pizcar y amontonado para la casa. Ahora si ya servia para los kakauyares, así que Kauyumari hizo otra jicarita con cada uno de estos tipos de maíz para llevarlo a la cueva. A las seis de la mañana del día siguiente, un mosquito vino al cerro donde vivía Kauyumari, del mosquito hizo cera de Campeche y con esta formó una vela chiquita y bonita que puso sobre la jicara junto con el maíz. Entonces Kauyumari se fue a cantar toda la noche para ver que decían los kakauyares, para ver que decía el maíz, y entonces salieron del mar los dioses de los siete kalihueys (templos) de San Andrés. (Relatado por Pablo Carrillo.)


El mito en el canto del shaman


Los siguientes párrafos, cantados por el mara'akame durante la peregrinación a Wirikuta, se refieren a una parte del mito del Sol, en la cual trata de cómo un niño fue sacrificado en la hoguera para

convertirse en el astro solar. Los versos seleccionados relatan cómo los dioses eligen al niño que será sacrificado, los juegos de este con una flecha, cómo es arrojado al fuego, su ruego de ser esperado a que salga y cómo se enfermaron los antepasados por el humo que salió de la hoguera cuando saltó el niño. Aquí se puede observar la forma y el estilo en que aparecen los mitos cuando son cantados:



A ese tendrán que pedir,
mis dioses, mis ancestros
es que, es que ahí decía
es que, es que ahí decía
así es que ya así
ahí es que ya así
diciendo así a ellos se dirigió
a sus ancestros se dirigió
diciendo así se dirigió a ellos.

Así es que ya así,
que para ellos nada era difícil,
ahí a un niño tuvieron que pedir.

Ahí es que ya así,
ahí es que ya así,
yo que si pude saber
ahí estaba allá abajo ya así,
el que sus flechas juntó de nuevo
sus flechas juntó para jugarlo.

Así es que jugaba,
cómo pues jugaba:
a ver, voy a intentar
a ver si doy al blanco
así dijo el niño.

Así es que ya así,
"mis dioses, mis ancestros donde están,
no piensen mal,
diciendo así por su derecha saltó,
por su izquierda saltó,
hacia Palitekia saltó,

Así es que ya así
mis dioses mis ancestros
sus plumas le habían puesto,
a su centro tiró el salto.

Así es que ya así,
humo salió
así es que los mató,
mis dioses mis ancestros.

Así lo dijo:
"Ahí deben estar informados
cuando se cumpla mi día,
nomás por ahí se fue.
"No es que vaya yo a perderme,
mis ancestros, así juntos estemos."
Apenas dijo eso y por ahí se fue.

Ahí ahí les hizo el mal,
dolor de pecho les pegó
a mis dioses, a mis ancestros.

Conceptos fundamentales de la religión


La idea de que existe una cierta cualidad que trasciende nuestro mundo profano permea la religión y la concepción de la vida de los huicholes. Para denominar esta cualidad en español, los huicholes utilizan la palabra Sagrado", sin embargo, el significado que dan a la palabra no es exactamente el mismo que nosotros le adjudicaríamos. "Sagrado" quiere decir para ellos poderoso, extraño, trascendental. La cualidad sacra puede encarnar en cualquier objeto físico o ser vivo. Lo sagrado es peligroso por su enorme poder. En el mito del fuego, podemos apreciar la sacralidad de este elemento en el hecho de que cuando nació incendió toda la tierra, y lo mismo sucedió con el Sol. Como esta cualidad es tan peligrosa, es preciso hacer ritos especiales, ya sea para entrar en contacto con ella o para regresar al mundo profano. De hecho, es necesario controlar lo sagrado de modo que no se torne perjudicial. Es por eso que a Tatevari se le llevan tantas ofrendas y se le hacen ritos. Nadie se debe acercar a los lugares sagrados sin estar debidamente preparado. No se debe comer maíz hasta que su sacralidad haya sido aplacada por medio de la ceremonia correspondiente.

El mundo sagrado por excelencia es el mundo de los mitos y de los dioses, y todo lo que entre en contacto con ellos es sagrado también, como los encargados de cuidar los objetos del culto en los templos, los mara'akame durante las ceremonias, o los peyoteros que participan en la peregrinación a Wirikuta. Existen estados anímicos que facilitan este contacto porque, hasta cierto punto, a través de ellos se participa de lo sagrado: la embriaguez, la pureza sexual, la abstinencia de comida y de sal. Aquellos que desean ser shamanes, por ejemplo, intentan guardar fidelidad a sus mujeres durante el periodo de aprendizaje. Cuando un huichol va a hablar de su religión, comúnmente toma antes un trago de licor para prepararse.

Lo sagrado es, entonces, muy beneficioso para aquel que lo sabe manejar, ya que le da un enorme poder, o terriblemente perjudicial para el que no esta preparado, porque puede incluso poner en peligro su vida. El mara'akame es aquel que ha aprendido a penetrar en el mundo sagrado y a manipular estas fuerzas y ha logrado resultados positivos para el y su comunidad.

Para el huichol, la asociación entre el maíz, .el venado y el peyote tiene una gran significación religiosa; la mitología es rica en narraciones sobre el tema, los rituales y las fiestas muchas veces giran en torno a los mismos. Esta característica es una de las principales de su religión.

Según la mitología, durante la primera cacería del venado que se llevó a cabo en Wirikuta, las huellas de la presa se convirtieron en peyotes; asimismo, las astas molidas y diluidas se transformaron en la bebida que preparan los huicholes mezclando el cacto y agua. En los tiempos antiguos, cuando brotó el maíz, este lloró como un venado y después como un niño. Aquellos que participan en la peregrinación de recolecta del peyote tienen que cazar venados y sólo así estarán listos para participar en la ceremonia del maíz quemado. Para los huicholes, el maíz, el venado y el peyote son lo mismo a pesar de ser diferentes. También encuentran un lazo simbólico entre las serpientes y el agua o entre los pájaros y el Sol; sin embargo, el complejo maiz-venado-peyote es el mas importante de todos, no sólo en la mitología y el ritual, sino también en la organización material y temporal de la vida humana. El maíz siempre ha sido el alimento principal de estas comunidades; en tanto que la caza del venado, además de brindar la carne mas sustanciosa que consumen, representa la actividad mas importante de este grupo que, hasta la actualidad, sigue conservando algunas características de nomadismo.

Si el maíz y el venado sirven para alimentar, el peyote es la carne de los dioses, el medio mas importante para trascender el mundo profano, y la manifestación mas evidente de lo sagrado en algún elemento material. Todos ellos representan la vida y su sustento.

Mas que creaciones, lo que aparece constantemente en los relatos mitológicos de los huicholes, son transformaciones. La perrita de Watakame se transforma en mujer; Kauyumari, el mensajero de los dioses es un venado, pero a veces niño; el Sol también era un niño antes de transformarse por el fuego. Las historias versan siempre sobre los cambios que sufren los personajes que en ellas participan. No existe una división clara entre una cosa y la otra: los dioses pueden habitar en muchos lugares simultáneamente. El mundo de los dioses se parece a la naturaleza en la cual son adorados; en ella hay siempre cambio, y los fenómenos son a veces algo y a veces otra cosa.

Existe un constante intercambio referencial entre los elementos. Sin embargo, la cultura ofrece un instrumento conceptual que ayuda a ligar todas aquellas cosas que están bien hechas y completas en una categoría común. El numero cinco cumple con esa función. Todo ciclo cumplido, todo elemento compuesto de distintas partes y al cual no le falta nada, serán caracterizados por este numero. Cinco son los colores del maíz y cinco sus distintas formas, existen cinco mares, cinco direcciones en el mundo y cinco gobiernos huicholes. A pesar de la heterogeneidad del universo, de los tiempos, de las regiones, de la gente, de los animales y de las cosas, estos pueden compartir la cualidad de la plenitud siempre y cuando estén completos, cualidad representada por el numero cinco.

Como ya se ha dicho, los dioses también son llamados "antepasados,. Es común que sean designados con algún termino familiar: el padre Sol, nuestro abuelo fuego, el bisabuelo cola de venado, nuestras madres del agua, nuestra madre Tierra, nuestra bisabuela crecimiento, etcétera. Existen dioses mas antiguos y otros que lo son menos, así también varia su importancia. No hay una diferenciación clara entre aquellos seres que vivieron antes del diluvio, animales y humanos a la vez, de aquéllos que vivieron después de este. Las familias construyen ririkis (pequeños santuarios donde se guardan los objetos rituales) a sus muertos y a sus dioses, de manera que los antepasados directos pueden llegar a ser semidivinizados, a semejanza de los antepasados míticos. Es así que los huicholes viven integrados en este mundo sagrado, ya que no sólo conviven con el a través de una gran variedad de experiencias místicas, sino que establecen relaciones de parentesco muy reales entre uno y otro mundo. La muerte representa, así, un lazo mas con lo sagrado.

La concepción que tienen los huicholes de la muerte es hasta cierto punto semejante a la de otros grupos mesoamericanos incluyendo a los antiguos aztecas. Cuando alguien muere, su alma realiza un viaje difícil y lleno de pruebas. La familia sigue el devenir de este a través del relato del mara'akame, que se mantiene observando todo. La primera parte de la ceremonia es una travesía que el difunto hace a través de su vida, la revive desde su nacimiento incluyendo todo lo que pasó, su niñez, sus trabajos, sus pecados, su matrimonio, etcétera. El mara'akame relata a los familiares todo lo que esta sucediendo, así que ellos pueden recordar al ausente. Después comienza el trayecto difícil. El alma llega a un camino que se bifurca; el lado derecho es para aquellos que se portaron bien durante su vida, el izquierdo, para los que hicieron muchas cosas malas y para los mexicanos. Aquellos que toman el ultimo camino son castigados y purificados de muchas maneras: sumergidos en aguas hirvientes o quemados en el fuego; ya sean hombres o mujeres tienen que cargar todos los genitales de las personas con las que cometieron adulterio; hay que cruzar entre montañas y rocas que chocan. Después de esto pueden regresar y pasar al camino del lado derecho.

Aquí comienzan las pruebas por las que tienen que pasar todos los individuos. El difunto se encuentra con un estanque que debe cruzar. Sin embargo, hay un perro que lo cuida, si el muerto fue malo el perro lo podrá atacar. Es por eso que los huicholes llevan ya sea tortillas para distraerlo, o un palo para golpearlo. El camino es agotador, debido a que la carga de los genitales es muy pesada. Después de atravesar la primera prueba, el hombre se encontrara con todos los animales a los que les hizo daño, los cuales se vengaran mordiéndolo y pateándolo. Si comió carne de tlacuache, animal sagrado que robó el fuego y que por lo tanto debe ser respetado, caerá en una trampa y será aplastado por una roca.

Cuando termina de pasar todas las pruebas, el difunto llega a donde están otros muertos y antepasados suyos esperándolo con alegría. Alrededor de un árbol hacen una fiesta en la que todos bailan y toman mucho tejuino. Cuando ya están todos borrachos, el mara'akame aprovecha para acercarse y atrapar al muerto, el cual esta tan divertido que no quiere regresar. De cualquier modo el mara'akame lo arrastra ayudado de un espíritu, y entre ambos lo llevan hasta su familia, que lo esta esperando con comida, tabaco y todo lo que le gustaba al difunto. Los familiares lloran y lo saludan. Después de un tiempo, el muerto y la familia lloran y se despiden, porque ha llegado el tiempo de la ultima partida. De cualquier forma, los vivos no pierden contacto con el muerto, ya sea porque este vuelva después de cinco anos convertido en cristal de roca, o porque permanezca en el rancho de los muertos; los familiares siempre podrán entrar al ririki para adorarlo y dirigirse a él.

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